miércoles, 7 de julio de 2021

 

Cuero - de la escultura en alto-relieve al bulto-redondo.

En la década de los 80, mis inicios en el cuero como material para la expresión plástica me llevaron a una constante experimentación con el color, textura y volumen. Hoy voy a comentar algunos aspectos de mi investigación en el volumen y de cómo estas obras fueron dotándose, con el tiempo, de un lenguaje expresivo propio.

El proceso del moldeado para la escultura.

Mi idea era conseguir piezas en alto-relieve, pero enseguida me topé con dos problemas: de un lado consolidar los volúmenes, más problemático aún con el pequeño calibre de la badana con que yo trabajo, el otro aspecto era conseguir un “relleno” ligero para que las piezas no alcanzaran un peso elevado.

Para obtener los volúmenes cada vez fui acortando más los tiempos en los que mantenía el cuero húmedo (siempre con agua fría para que no endureciera y poder, posteriormente, seguir haciéndole texturas al cuero y también para que no se modificara el color); no obstante, en los primeros modelos tenía que utilizar una disolución de formol en el agua para evitar los mohos y las correspondientes manchas. De otro lado, mis primeros rellenos en volúmenes altos eran muy pesados y se acrecentaba el problema para las obras de gran formato que ya me estaba planteando.

   



El procedimiento de moldeado lo llevaba a cabo sobre un modelo en positivo: la carne del cuero humedecido la ponía sobre el yeso impermeabilizado y lo trabajaba por la flor para que adquiriera los detalles de la escultura. Una vez seco el cuero y conseguidos los volúmenes, los consolidaba situando la pieza sobre un liviano contra-molde para que no se deformara; enseguida conseguí un gran avance cuando decidí aplicar al interior una fina capa de cola de acetato con fibra de vidrio con lo que conseguí un moldeado ligerísimo, consistente y con el color claro del cuero  que me iba a permitir una mayor gama cromática en veladuras (puede observarse el cuero en su color natural en una reproducción que inserto al hablar del bulto redondo)

Primeras Obras

De finales de los ochenta son Dama y Torso, que reproduzco.

Con estas obras inicio una constante muy frecuente: de un lado utilizar motivos antropomorfos a tamaño natural para expresarme y también realizar las obras seriadas (de Torso, hay versiones I, II, III y IV).

Ya en estos y en otros alto-relieves de esa época aplicaba todo el bagaje que había adquirido, tanto en el proceso de consolidar los volúmenes como en el color y textura del cuero; por cierto, recuerdo con cierta nostalgia que estas piezas formaron parte, entre otras exposiciones, de “Y NOSOTROS AL PATIO” que realizamos en Marroquíes, 6, -sería sobre 1988 y una de las primeras veces que se presentaba el patio a concurso-, los distintos talleres: Rafael Rivera y Carolina Jofré, Antonio González, Luisa García y Lola Vázquez, Miguel obrero y yo mismo….., sacamos nuestras obras “al patio” y también compartimos aquellas experiencia con artistas amigos, recuerdo la pintura de Pepe Márquez, las fotos de Juan Carlos del Estal, y tantos otros.



También en esas fechas hice un primer acercamiento al bulto redondo con la escultura inédita San Sebastián.

Esculpimos Miguel Obrero y yo un torso en poliespan que recubrimos con escayola-piedra, sobre este modelo adapté dos pieles de badana que teñí con sulfato de hierro y luego cosí y rellené con trozos de poliespan.


Homenaje al arte de Roma y al conocimiento de Grecia

Un hito importante para mí en la escultura fue mi exposición CUEROS, de 1996, en la Galería Ángel de Saavedra, donde presente una serie de esculturas de gran formato: una reproducción algo mayor del natural de un togado que titulé Logos, para representar el conocimiento que nos ha legado Grecia y una copia de una Ars Genetrix, titulada Roma Ars Genetrix para representar el Arte de Roma.

Fue un trabajo arduo y dilatado en el tiempo; aquí de nuevo utilicé el concepto de serie y di mucho margen a lo aleatorio para el resultado final de las obras.

Después del modelado y vaciado, la primera cuestión es que el tamaño impedía utilizar una sola piel (badana) para cada obra; así, realicé moldeados aproximados de dos pieles para cada obra, una en la parte superior, aproximadamente el torso, y otra para la parte baja que podía coincidir con el vuelo de la toga. Después fui montando piezas, texturice el cuero, teñí y policromé; por cierto, en estas piezas incorporé por primera los signos en mis obras, epigrafías que después se han convertido en un recurso importante en mi expresión plástica.

 




Depurar técnicas y comprobar resultados de tintes y rellenos

Cercana, pero posterior a las anteriores es Metamorfosis, tres relieves que presentaba bajo una misma obra, donde había mucho de experimentación y donde interviene también lo aleatorio pero de forma extrema, porque aunque el moldeado fue idéntico para las tres piezas, utilicé distintas pieles, tintes y rellenos para cada relieve; dejé expresamente que los rellenos actuaran modificando el modelado inicial con lo que conseguí formas y texturas para mí inesperadas como se pueden apreciar en el resultado de cada uno de los tres relieves que conforman la obra.

Con esta composición obtuve una mención honorífica en la EXPOSICIÓN DE OTOÑO de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla de 2001


El bulto redondo

Inmerso en mi serie LUGARES (obra básicamente bidimensional, que tanto tiempo me ha llevado), en un momento me planteo hacer una pieza que representara el mar Mediterráneo como elemento aglutinador de cultura y de un modo de vivir y pensé en hacer un mapa en el que estuvieran presente las personas que hemos conformado esta “historia común”; al mismo tiempo, se me ocurrió hacer un homenaje al mundo del cuero con una escultura y ya fui forjando la idea de ambas obras a partir de un torso femenino.

En esta ocasión sirviéndome de un torso comercial y como hice en Logos y Roma Ars Genetrix, empecé a moldear pieles: para la parte delantera, trasera, y para los costados. Se trataba de acumular piezas y ya decidiría posteriormente lo que iba a realizar.

El procedimiento para conseguir los volúmenes fue el mismo, moldeado húmedo en frío y consolidados por la carne con fibra de vidrio y cola de acetato


1 - La primera obra que monté fue Toracata, 2010, que ha estado en varias exposiciones, como en HUELLA EN LA PIEL, Museo Arqueológico de Baena, 2013.

Toracata es un torso en bulto redondo para el que utilicé cuatro pieles cosidas (parte delantera, trasera y los dos costados), teñidas con dicromato potásico, en parte plateadas y policromadas con tintes+barniz y con acrílicos.

En esta primera estructura de montaje, para que mantuviera el bulto redondo, cosí los cuatro trozos de piel y obtenidos los contornos superior e inferior de la escultura, coloqué pegada a unos 3 cm. de los bordes una estructura de tablero que mantenía firme la pieza y al mismo tiempo me permitía introducir un tubo de acero pasante para ponerle el pie para peana a la escultura.



 

2 - En las mismas fechas ya decidí como iba a realizar la obra sobre el mediterráneo que titulé Mare Nostrum,  2012, concreté la idea de realizar el mapa utilizando cuatro de los torsos moldeados “la mar madre” con el letrero que lo recorre y flechas y rosas de los vientos que siempre indican direcciones por tomar.

Mediante trazados señalé en el cuero moldeado los motivos que me interesaban y también los “roleos” que después plateé y corle a oro y que representan “el clásico mar dorado”; para las veladuras con óleo, partí de un color obscuro porque previamente había teñido toda la pieza con sulfato de hierro. La obra la presenté con los cuatros relieves sobre un lecho de sal en mi exposición LUGARES, realizada en la Sala de Exposiciones del Colegio de Abogados de Córdoba en 2016


Como esta obra la conservo en el taller, ahora pensé que, de igual modo, podía montarla también como dos torsos en “bulto redondo” y la cuestión era como unirlos; entonces, hablando con José María Ruiz (gran artesano, actualmente en la secretaría de la ACA, Asociación Cordobesa de Artesanos, fundador de FADA, la Federación Andaluza y otras entidades), con el que ya he tenido otras colaboraciones, vimos la posibilidad de “abrocharla” con unos corchetes convencionales, se los colocó y así luce ahora.




Precisamente esta intervención es la que ha propiciado que reflexionara sobre la obra que tenía realizada en volumen y ha dado lugar a estas líneas.

3 - De nuevo me serví de este moldeado y con Damasco ¿la ciudad del jazmín?, 2017, presentada en la Biblioteca Viva de Al-Ándalus, Córdoba, 2018, terminaba mi serie LUGARES.

Esta obra es una reflexión sobre el conflicto sirio y de cómo afecta a las personas, como un país y una ciudad han pasado de ser paradigma de la belleza y la cultura a convertirse en una auténtica barbarie en la que no se vislumbra un futuro para sus moradores y donde se ha normalizado la degradación y aniquilación del ser humano.

Por eso quería representar esta situación a través de este torso, débil e ingrávido, sostenido (es lo que le da la armazón) por la propia crueldad de las saetas que lo atraviesan.

Aquí he utilizado varias pieles, una entera para la parte trasera y dos para la delantera, pecho y abdomen, de todas maneras la idea que tenía era de que se unieran cosidas por los costados. Realicé algunas texturas y también insinué, sólo con un leve trazado sobre el cuero y pintura, el letrero que da título a la obra y que la recorre.

La solidez de la pieza se consigue con los hierros que la atraviesan, a modo de saetas, continuándolos en el vacío interior, atravesando de lado a lado. Los atornillé en el interior y el exterior, y con ello conseguía consolidar la escultura de forma extraordinaria.

Para la coloración di una imprimación con acrílico negro muy diluido, como un teñido en negro y no pastoso, así la piel sigue presentando su textura característica pero queda algo sellada para luego dar las veladuras de color que las he aplicado con óleo, en este caso enfatizando en tonos rojizos-amoratados y verdosos característicos del livor mortis.  ver video de la obra


 

4 - Comentar, para finalizar, que en 2019 y 2020 presenté “CADA UNO VE LO QUE SABE”, una serie de piezas tridimensionales, con una amalgama de técnicas entre las que destaca la utilización frecuente del Cuir bouilli, pero eso ya es otra historia contada en el artículo de este enlace. -Ver artículo sobre la muestra-

 

Juan J García Olmedo – Córdoba Julio-2021


Para fotos y otra información https://www.garciaolmedo-cuero.es/


lunes, 8 de marzo de 2021

 

Guadamecíes de la primera mitad siglo XVI (I)

Reproducción de Revestimiento mural de guadamecí

Estas notas se basan en el estudio y reproducción de una pieza de revestimiento mural de guadamecí, un diseño muy conocido y reproducido. Es una obra realizada en cuero plateado, dorado (corlado) parcialmente, ferreteado, con los fondos policromados y todas las líneas fileteadas en negro. La pieza presenta motivos continuos de lacerías y cuerdas entrelazadas y rosetas, es claramente de influencia mudéjar y en todas las publicaciones se refuta como de la primera mitad del siglo XVI y realizado en España.


Las piezas que he analizado de este modelo son: una del Museu de l`Art de la Pel de Vic, con los fondos pintados en verde, y otra que pertenece a la colección del Palacio de Viana de Córdoba, en la que el fondo está pintado de color azul. Los dos guadamecíes están en aceptable buen estado pero muy oscurecidos por “la pátina del tiempo” (suciedad y deterioro de los materiales, especialmente la plata) y apenas deja apreciar con exactitud el tono del color de fondo, que estimo, en el caso del de Viana, que es muy parecido al azul ultramar.

Aparte de la diferencia de color que presentan los fondos se aprecia claramente que cada ejemplar ha sido trabajado de forma distinta; seguramente en distintos talleres, destacando sobremanera la utilización de “hierros” diferentes en el ferreteado de los motivos de cada obra.

Este trabajo pertenece a otro más amplio, en curso, en el que pretendo realizar varios guadamecíes de esta época para que se pueda observar el aspecto que presentaban las obras en el momento en que fueron realizadas; también, al mismo tiempo que presento la reproducción de esta pieza histórica, aprovechando el estudio y documentación que he llevado a cabo sobre ella, al menos brevemente, y sólo desde la perspectiva del artesano que quiere hacer una pieza con rigor, quiero dejar una reflexión sobre la industria del guadamecí en Córdoba en el primera mitad del siglo XVI, porque, en todo caso, esta pieza se realizó con el diseño y del modo que se tuvo que trabajar en nuestra ciudad en ese tiempo.

Antecedentes a la época de esta obra.

Precisamente en una reciente publicación que he realizado para Continuadores – Arte vivo Andalusí, titulada Las artes suntuarias en Al-Ándalus. El cuero - Ver artículo, valoraba que en época de Al-ándalus y sus fechas de influencia se encuentran referencias sobre el guadamecí (y también sobre los “Cueros de Córdoba” y el “cordobán”), pero, en cambio, son muy escasas (o podríamos decir raras) las obras de guadamecí que han llegado a nuestros días; entonces, considerando las menciones escritas como poco detalladas en cuanto a su aspecto y diseño y en ausencia de obras, valoraba en aquel escrito que no podemos establecer unas conclusiones concretas sobre cómo era el trabajo o los modelos del guadamecí que nos dejó el legado cultural andalusí, lo que opino que es trasladable también hasta fechas inmediatamente anteriores al siglo XVI.

El Guadamecí

El guadamecí, tal y como hoy se entiende (cuero labrado y decorado, normalmente metalizado), adquiere su fama como obra ornamental y pasa a formar parte de las Artes Suntuarias cuando es utilizado masivamente como tapicería mural a imitación del textil bordado (a quien sustituye como alternativa por su menor coste y mejor conservación), y su desarrollo y función debió adquirir verdadera relevancia a principios del siglo XVI, momento en que ya hay constancia de su producción masiva y es en ese tiempo cuando se conocen las ordenanzas sobre el trabajo del cuero artístico que se van dando en las principales ciudades de España: Córdoba, Sevilla, Toledo, Madrid, Valencia…., documentos donde se determinan las técnicas de elaboración, los materiales a utilizar y otros aspectos normativos.

El guadamecí en Córdoba

La importancia del trabajo del guadamecí en Córdoba, en la época que nos interesa, queda acreditado por la publicación de las citadas ordenanzas en 1.529 y 1.543, aunque también se conoce la emisión de unas anteriores de 1501 que no se han encontrado. En estos documentos se detallan con exactitud el modo en que deben confeccionarse los guadamecíes y las acciones que correspondían para poder ejercer el oficio, lo que, como digo, demuestra la importancia de este trabajo y de cómo hubo que organizarlo e intervenir para que se realizara acorde a unos estándares de calidad. Igualmente, corrobora este criterio los numerosos contratos formalizados en Córdoba por esas fechas -para España, el extranjero y para comerciantes-, en los que podemos ver la descripción pormenorizada de los encargos (número de piezas, estilo, precio, plazos de entrega…)

Es curioso observar en los detalles de los contratos, como ocurre en la observación de las piezas que han llegado a nuestros días, la evolución del diseño de las obras, es decir, como van cambiando los motivos decorativos acorde a los tiempos y gustos de cada época. Las piezas que son datadas como más antiguas presentan composiciones de lacería mudéjar; después labores de cintas, tallos y rosetas que se van convirtiendo en vegetales y en motivos propios del brocado textil de la época; al mismo tiempo, ya se van incorporando diseños del renacimiento que se pueden observar con evidencia en cenefas y frisos.

Parece unánime entre distintos autores que el grueso de la producción del guadamecí se dio en Córdoba durante el siglo XVI y su punto álgido sobre 1.550, después, desde principios del siglo XVII va languideciendo esta industria hasta que desaparece en la ciudad antes de mediados de ese siglo.

Como se realizaban los guadamecíes en el siglo XVI

Los guadamecíes de esta época (1) presentaban un diseño que permitía su “multiplicación” a lo largo y ancho. Es decir, cada pieza o unidad, de una medida aproximada de 50 x 65 cm, era cosida a otras idénticas y producía el efecto de “tapicería continua” en un lienzo mural; al mismo tiempo se elaboraban las piezas para frisos, arcos, columnas, antepuertas…, necesarias para que se completara el revestimiento del aposento.

Las principales características técnicas del guadamecí a principios del siglo XVI es que se trataba de cuero metalizado que se trabajaba en plano, sin relieve, y la belleza en la composición se conseguía por el contraste de las partes que quedaban “en metal”, trabajadas para que se produzca gran variedad de reflejos metálicos y dé sensación de volumen, con los fondos planos policromados.

Para la realización del guadamecí se utilizaba el cuero ovino (carnero señalaban las ordenanzas), y si nos atenemos a éstas y sobre todo por la observación de las obras que nos han llegado de esa época, podemos concretar que el cuero curtido era metalizado con panes de plata y, en su caso, corlado con barniz dorado para que presentara un aspecto de oro (también se utilizaban corladuras transparentes en otros colores).

Sobre el cuero metalizado se estampaba el dibujo que se tenía preparado en moldes que eran entintados y, sirviendo de guía este patrón, la obra se completaba policromando los fondos con pintura al aceite y ferreteando los motivos, para que adquirieran brillos metálicos; finalmente todos los contornos quedaban perfilados con pintura negra o del color de la corladura con lo que se daba valor a las formas y tapaba imperfecciones.

(1)     Me refiero exclusivamente a los guadamecíes para decoración mural.

Reproducción de la obra

Aunque esta reproducción no pretende ser mimética ni idéntica, imposible por otra parte, he intentado que sea muy aproximada tanto en el método de trabajo como en el aspecto final de la obra, que debería ser similar al que presentaba en su día (objetivo final del trabajo).

El cuero que he utilizado es piel de ovino (badana) con un excelente curtido vegetal y de un buen grosor.

En primer lugar he sellado la superficie a trabajar y posteriormente lo he metalizado con plata. Como decía anteriormente, del modo a como se trabajaba en aquellas fechas he confeccionado un “molde para estampar” con las líneas generales del dibujo que he “entintando” con un lápiz graso negro. Aplicado el molde sobre el cuero plateado me ha dejado impresas las líneas generales del dibujo. 


Por las características del propio diseño y toda vez que presenta una corladura dorada parcial muy concreta, primero he ferreteado los motivos generales, he limpiado las marcas del estampado y después he dado la corladura parcial de las partes que van color oro y una vez seca también he ferreteado estos motivos. La obra la he finalizado pintando los fondos con pintura al óleo y he realizado la línea de perfilado de todos los contornos 

 


Ver vídeo del Guadamecí

 

Juan J García Olmedo - Córdoba, Marzo 2021

https://www.garciaolmedo-cuero.es/